Antonio Celso dos Santos fue uno de los creadores del Florianópolis Audiovisual Mercosur, como un seminario de cine y televisión, en 1997, junto con Denise Naccari, con quien está casado desde hace más de 40 años. Sus dos hijos, Tiago Santos y Marilha Naccari, lo continuaron asumiendo, respectivamente, la dirección de Producción y la dirección de Programación en los últimos 10 años. El director general del Festival tiene una relación de afecto con el cine desde su infancia, en el interior de San Pablo.
Vive en Florianópolis desde finales de la década de 1970, donde se graduó en Filosofía en la Universidad Federal de Santa Catarina. Es también magíster en Ciencias de la Comunicación por la ECA (Escuela de Comunicaciones y Artes) de la Universidad de San Pablo. Desde 1980 está involucrado con el cine, a partir de la película «Extra-ser», realizada en Florianópolis y el sur de Santa Catarina. En 1995, fue coguionista y dirigió la película “Ritinha”, una adaptación del cuento premiado del escritor catarinense Hoyêdo de Gouvêa Lins, protagonizado por Giuseppe Oristanio y Daniela Escobar. En 2010, empezó un proyecto para contar la historia de las vías del tren en Santa Catarina. El documental «Trilhos Históricos» retrata la historia social, cultural y económica de la Estrada de Ferro San Pablo-Rio Grande.
Qué imaginaban al empezar un seminario que se transformó en un festival con 25 años, con más de 3 mil películas proyectadas y que alcanzó un público de más de 400 mil personas?
La idea central que movió el nacimiento del FAM – Florianópolis Audiovisual Mercosur fue la discusión de los modelos audiovisuales, por aquel entonces, vigentes en Brasil y demás países del Mercosur, destacando la importancia de la presencia del cine brasileño en la programación de las televisoras. Desde 1997 ya pensábamos en la producción cinematográfica en las televisiones públicas y privadas, evidenciando los proyectos convergentes de esas áreas, sin olvidarse de la contemporaneidad que envuelve a las estrategias del cine con las nuevas tecnologías y la integración audiovisual en el Mercosur.
Y por otro lado, propiciar a Santa Catarina un festival de cine con lo mejor de la producción brasileña y del Mercosur – por así decir, lo mejor de la cinematografía latinoamericana. Tener un festival en Santa Catarina hacía viable que más personas – y no sólo los que podían frecuentar festivales en otros estados – vieran películas que raramente verían en las salas culturales y comerciales.
Qué vuelve al FAM único entre los festivales de cine de Brasil?
El FAM está entre los festivales de cine más antiguos del Brasil. Propicia muchas actividades, debates y conexiones. El FAM lanza coproducciones independientes latinoamericanas desde el principio de su historia, abarcando todo el arco del proceso audiovisual: formación, exhibición y mercado.
Año a año, su visibilidad en el escenario nacional e internacional creció por el patrón de excelencia de su gestión y organización, elogiada y reconocida por todos – público, profesionales y autoridades del sector audiovisual nacional e internacional.
El FAM es realizado por una asociación cultural, Panvision. ¿Cómo es dirigir un festival con ese modelo?
Hacer un festival de cine de la magnitud del FAM exige, sobre todo, claridad de propósitos, mucha determinación y trabajo perseverante y constante. Organizar un festival como el FAM no es tarea fácil. Es una actividad compleja que demanda un trabajo continuo de planificación de su grilla de programación e incontables interlocuciones en la articulación del encuentro de mercado. Esto es trabajo para un año entero y para decenas de personas, y en este momento el actual equipo demuestra su gran ahínco y capacidad asumiendo esa responsabilidad y desdoblándose en múltiples funciones.
Qué le da más orgullo en estos 25 años de festival?
El hecho de formar una generación de catarinenses que aprendió a ver, reflexionar y apreciar una cinematografía diferenciada en sus narrativas evidencia que se acertó en la claridad de propósitos, amplificada por el “ambiente” de inmersión en un festival que posibilita el encuentro y el intercambio de experiencias entre artistas, directores, productores, técnicos, estudiantes, y el público catarinense y de varios otros lugares de América del Sur. Esto es esencial como lugar privilegiado en nuestra inserción como catarinenses en el contexto brasileño y latinoamericano.
También, el reconocimiento de la Recam (Reunión Especializada de las Autoridades Cinematográficas y Audiovisuales del Mercosur) al FAM por los trabajos desarrollados en pro de la integración audiovisual de la región, difusión de las cinematografías, formación de público duradera, es uno de los marcos que nos enorgullece. Así como de miles de espectadores que siguen al FAM en estas décadas.
El festival es uno de los más antiguos del país y nunca dejó de ser realizado. Cuáles son sus reflexiones sobre la continuidad y el futuro del FAM?
La determinación y el trabajo perseverante y constante, marca de dos décadas, tuvo la participación de más de 1 300 colaboradores a lo largo de los años – a quienes les dejo aquí mi agradecimiento, por haber creído siempre que es posible hacer cultura y alcanzar nuestro propio espacio y reconocimiento en el horizonte audiovisual contemporáneo.
Lo que fue conquistado con mucho trabajo, dedicación y pasión durante 24 años consecutivos, merece ser valorado y ser reconocida su importancia en el contexto de Santa Catarina.
¡Larga vida al FAM!